P. Francisco J: Rebollo Leòn SIERVOS DEL DIVINO AMOR

P. Francisco J. Rebollo Leòn SIERVOS DEL DIVINO AMOR

sábado, 15 de septiembre de 2012

EUCARISTÍA Y SUFRIMIENTO

LA EUCARISTÍA Y EL MISTERIO DEL SUFRIMIENTO



El misterio del sufrimiento en el hombre nos lleva a buscar su sentido desde el punto de vista cristiano, principalmente en el Misterio Pascual de Jesucristo quien asume como auténtico "varón de dolores" la totalidad del sufrimiento humano causado por el pecado, y lo hace de una manera asombrosa en su propia persona pero también asociando a todos los bautizados en  su cuerpo Místico que es la Iglesia como nos explica el Beato Juan Pablo II en su Carta Apostólica Salvifici Doloris número 24.

"En el misterio pascual Cristo ha dado comienzo a la unión con el hombre en la comunidad de la Iglesia. El misterio de la Iglesia se expresa en esto: que ya en el momento del Bautismo, que configura con Cristo, y después a través de su Sacrificio —sacramentalmente mediante la Eucaristía— la Iglesia se edifica espiritualmente de modo continuo como cuerpo de Cristo. En este cuerpo Cristo quiere estar unido con todos los hombres, y de modo particular está unido a los que sufren. Las palabras citadas de la carta a los Colosenses testimonian el carácter excepcional de esta unión. En efecto, el que sufre en unión con Cristo —como en unión con Cristo soporta sus « tribulaciones » el apóstol Pablo— no sólo saca de Cristo aquella fuerza, de la que se ha hablado precedentemente, sino que « completa » con su sufrimiento lo que falta a los padecimientos de Cristo. En este marco evangélico se pone de relieve, de modo particular, la verdad sobre el carácter creador del sufrimiento. El sufrimiento de Cristo ha creado el bien de la redención del mundo. Este bien es en sí mismo inagotable e infinito. Ningún hombre puede añadirle nada. Pero, a la vez, en el misterio de la Iglesia como cuerpo suyo, Cristo en cierto sentido ha abierto el propio sufrimiento redentor a todo sufrimiento del hombre. En cuanto el hombre se convierte en partícipe de los sufrimientos de Cristo —en cualquier lugar del mundo y en cualquier tiempo de la historia—, en tanto a su manera completa aquel sufrimiento, mediante el cual Cristo ha obrado la redención del mundo. ( S D 24 )"

Por lo que la dimensión del Dolor adquiere otro sentido y de manera especial en la Eucaristía que nos une a Cristo cabeza de una forma tan perfecta que asume Jesucristo nuestro ser con toda su realidad gozosa y sufriente.

Ya no es el sufrimiento estéril y sin sentido sino que se torna en sufrimiento salvífico unido a los sufrimientos de Cristo y al cual podemos unirnos especialmente en el Sacrificio Eucarístico y en la Comunión del Cuerpo del Señor.

Además podemos asociar el sufrimiento de nuestros semejantes para que sirva para su propia salvación y santificación, aunque no estén directamente unidos a la Iglesia puesto que la Iglesia es Sacramento de salvación en Jesucristo por medio de su Gracia.

Por eso dice el Papa Juan Pablo II que "En cuanto el hombre se convierte en partícipe de los sufrimientos de Cristo —en cualquier lugar del mundo y en cualquier tiempo de la historia—, en tanto a su manera completa aquel sufrimiento, mediante el cual Cristo ha obrado la redención del mundo."

Aprovechemos esta gracia de Dios, que al participar en la Eucaristía pidamos por quienes aún no participan de la Vida de Dios en Jesucristo y así al comulgar pidamos por todos los que aún no creen en Dios y están alejados de su Cuerpo Místico y que sufren sin sentido, para que sus sufrimiento se transformen junto con los de Cristo en salvíficos.

P. Francisco Javier Rebollo León s.d.a.